La principal diferencia radica en los aditivos utilizados y en su proporciones

Pues la verdad es que a priori son bastante parecidos. El combustible que utilizan los monoplazas hoy en día es muy similar al que utilizamos en nuestros vehículos. Los componentes son casi los mismos que los de la gasolina normal, aunque la principal diferencia radica en que llevan aditivos diferentes y en proporciones distintas.

Aunque no siempre fue así. Los primeros coches de F1 no utilizaban los mismos carburantes que ahora. En un principio no se había regulado la composición de los combustibles para competición y se usaba cualquier tipo de gasolina y se mezclaba con diversos aditivos diferentes. Las mezclas que se producían tenían un alto poder corrosivo. Tanto que al acabar la carrera se debía desmontar el motor para limpiarlo con gasolina y evitar que se produjeran daños. Por otro lado, liberaban tal cantidad de vapores tóxicos que resultaban perjudiciales para los mecánicos y los espectadores. Es por ello que en 1989 la FIA reguló la composición del carburante utilizado para F1, intentando que fuera lo más similar posible a la gasolina de los coches utilitarios.

¿Qué pasaría si cargáramos el depósito de un F1 con gasolina normal?

Pues que el coche no arrancaría, puesto que no tienen el mismo poder detonante. El índice de octano de una gasolina normal es mucho más bajo que de la F1. En los motores de combustión interna se puede producir la autodetonación, un fenómeno que provoca que la mezcla de aire y combustible se inflame espontáneamente antes de que la llama produzca su explosión. En ese momento los frentes de llama no tienen una espiral uniforme, afectando al rendimiento del motor o produciendo daños internos. Un índice de octano alto causa la disminución de este fenómeno, siendo algo básico para el rendimiento y la fiabilidad de un motor de F1.